(Mañana ha sido hoy tan de repente)

nunca supe reclamarlo sin causar recelo

64.

Es preciso que comprendas que preciso de un botón de silencio de un pequeño margen donde no piense en ti y tú no quepas un aliento mínimo de espacio un reducto exangüe en el que omita adrede tu presencia del que nada tenga que explicarte porque nada de lo poco que hay ahí te pertenece.





14?122001
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mi rincón de soñar
donde me cito a luchar
con mis fantasmas interiores
donde me evado para charlar
conmigo
un pequeño secreto
algo que sólo yo sepa

(Mañana ha sido hoy tan de repente)

e-qui-librismo


"Miro a los lados. Un pulular de gentes vacías me invade; les veo reír, llorar, moverse y sé que antes de un instante estarán muertos. Tan muertos que jamás habrán existido. Y hay uno de ellos, tal vez, leyendo esto. Uno que callado como todos trata en vano de entender el código secreto de los que velamos la noche y nos desangramos en cada verso, y no comprende, no es capaz de ver la absurda lógica de la hormigas cuando tratan de aprender el alfabeto que las enseño tirado sobre el polvo del camino en la pausa más profunda que he hecho hasta hoy".



28?102001
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Lo escribiste tú, cuando de verdad veías, pero te cubría el corazón el mismo miasma de la opacidad que compartían aquellos a los que tú me enseñaste a mirar por encima del hombro. Yo reproduje aquélla actitud muchas veces, muchas veces me equivoqué contigo.

Ahora sé que nadie hay leyendo esto, pero de haberlo, también sé que, no ya que conoce a Collodi, sino que sabe que la cita la recogiste de Sagan. Y si no lo sabe, se le explica: he aprendido que la luz se reparte, que esa es la actitud que ha de mantener el artista.

Me llevabas ventaja en muchas cosas, yo amaba tu alma de Aquiles y tú creíste amar mis ojos de tortuga, y tal vez los amabas. En cualquier caso juego a que te olvido y aunque jure lo contrario, secretamente te cuento entre el racimo de mis novias.

Tal vez te guste saber que poco a poco me vuelvo a suicidar todas las noches, después de varios años de vivir como un idiota, que escribo estas líneas tras recibir la espuma de Aleixandre que conocimos, como casi siempre, de otra boca; que me da miedo de nuevo ser feliz, como a Keats, como Cioran decía que temía Keats... y que todas esas palabras de los otros, son de otros, aunque tengan ahora un brillo y un sentido que jamás sospechamos que tenían. Que poco a poco voy empezando a decir lo que tengo que decir y que tal vez estuvieras en lo cierto, pero que no estarás entre los invitados sino fuera, bailando con la fea, preguntándote cuánto hace que dejaste de mirar a las estrellas.